¿Qué significa ser una persona superdotada intelectualmente? ¿Cómo puede saberse? ¿Requiere un trato especial, desde la infancia? Las altas capacidades intelectuales han sido y serán un gran tema de debate.Tener una capacidad intelectual situada por encima de la media conlleva una serie de ventajas y de inconvenientes. Sus protagonistas se topan a menudo con ciertas barreras a la hora de compartir el espacio social. A menudo se sienten incomprendidos, rodeados de tópicos infundados y, en muchas ocasiones, su condición pasa inadvertida largo tiempo, sin recibir por tanto una atención educativa apropiada. Por ésas y otras muchas razones, la “inteligencia superior” supone un reto para psicólogos, padres y madres, profesores, y, sobre todo, para los propios superdotados.
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Doy inicio así a un tema fascinante que contará, gracias al interés personal que para mí tiene, con una categoría propia, en la que abordaré distintas realidades que tengan el común denominador de la superdotación intelectual y sus teorías e implicaciones en nuestra sociedad, así como la psicología e identificación de personas bien dotadas. El motivo de ceder a este tema tan honorable espacio, dentro de mi pequeña ventana al súper cosmos de la Red, es doble. Por un lado, al ser yo mismo superdotado, puedo hablar de lo que supone desde “dentro”, a partir de mi experiencia vital; por otro, considero que merece la pena estudiar más a fondo la cuestión y promocionar el desarrollo de las intervenciones psicopedagógicas desde los centros de estudio; gran carencia de nuestro sistema educativo.
Como comienzo es correcto aclarar algunos conceptos básicos. Se han dado muchas definiciones de superdotación a lo largo de la historia y todavía en la actualidad no existe una “teoría” definitiva sobre el tema. La dificultad de concretar con exactitud qué es la superdotación tiene su causa en la propia complejidad definitoria que rodea al término “inteligencia”.
Si bien cada doctrina ofrece diferentes perspectivas de análisis, y cada escuela da más importancia a unas cosas y se la resta a otras, hay muchos puntos sobre los que contamos con el acuerdo unánime de los más importantes psicólogos de la inteligencia.
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Así pues, y teniendo en cuenta esas diferencias que serán examinadas a fondo en posteriores artículos, podemos decir que la superdotación intelectual es el conjunto de capacidades intelectuales que permite a ciertas personas desarrollar actividades cognitivas con una eficacia y velocidad muy superiores a las del resto de individuos de su sociedad.
El superdotado es una persona que muestra una inteligencia general por encima de la media y reúne una serie de factores como la alta motivación o la creatividad, que le permiten manejar con eficacia la información recibida del exterior, comprender y relacionar ideas, aprender etc., de forma que su producción puede distinguirse fácilmente de la de los individuos no superdotados.
Algunos expertos, como Genovard y Castelló (1990), definen al superdotado como “individuo englobado en una categoría amplia que sobrepasa la inteligencia media y que es capaz de tratar con facilidad y perfección hechos, ideas y relaciones.”
La dificultad estriba en matizar los criterios de clasificación de superdotados. Existen dos grandes tendencias, que trataré con más amplitud en otra ocasión. La primera, y más antigua, da prioridad al cociente intelectual (C. I.), estableciendo el límite en 130. Si el número de cociente intelectual de alguien supera el valor 130, esta persona se considera superdotada. Las posturas más recientes, empero, optan por una concepción multifactorial, de forma que se tendrán en cuenta también factores como la motivación en tareas de producción intelectual y la creatividad.
En cualquier caso, sí conviene distinguir la superdotación del talento. Un error bastante habitual es confundir a la persona talentosa con la superdotada. A grandes rasgos, podemos señalar que la talentosa será la que destaque en una destreza o aspecto cognitivo concreto, sin necesidad de presentar obligatoriamente una inteligencia superior a la media. La persona superdotada, si bien puede además tener especial habilidad en una materia, destaca en todos los aspectos cognitivos generales.
Aproximadamente, un 2% de la población es superdotada. Para saber con seguridad si una persona forma parte de ese dos por ciento o no, conviene que sea analizada por un especialista. El diagnóstico del profesional de la psicología es la única vía válida para obtener conclusiones rigurosas. Dentro del diagnóstico, cada caso es un mundo, pues existen tipos distintos de superdotación y grados de la misma. La medición de las capacidades intelectuales se realiza mediante pruebas a tal efecto. La forma que adoptan esas pruebas es la de los famosos test de inteligencia, etc. Además, para diagnosticar una superdotación, será necesaria cierta información adicional, como entrevistas personales, etc. Veremos ello más adelante.
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Finalmente, como colofón al presente artículo introductorio, añadiré una lista con características habituales que suelen ser compartidas por un alto número de personas con superdotación intelectual. Se suele hablar de rasgos de la personalidad en superdotados. Las siguientes “señas de identidad” recopiladas son resultado de la unanimidad en expertos y familiares, junto con mis propias vivencias :
- Las personas superdotadas aprenden a leer tempranamente y comprenden bien el lenguaje.
- Hablan con fluidez y manejan un léxico avanzado para su edad.
- Tienen, por lo general, una gran memoria.
- Leen rápido, mucho y con intensidad. Aprenden rápido.
- Poseen altos índices de motivación hacia el trabajo intelectual.
- Son altamente sensibles y cuentan con principios éticos sólidos.
- Se aburren con facilidad y pierden la atención rápidamente.
- Poseen gran capacidad de razonamiento.
- Tienden a ser individualistas.
- Son creativos y disfrutan dando soluciones a problemas.
- Trabajan con gran tesón, llegando al agotamiento.
- Presentan gran cantidad de energía. Son mentalmente muy activos.
- Suelen ser emocionalmente inestables y de fuerte personalidad.
- Coincide que son precoces y disfrutan de la compañía de adultos. No se sienten entendidos por personas de su edad (con especial intensidad durante la infancia y adolescencia).
- Y, por encima de todo, muestran una enorme sed de conocimiento desde los primeros años de vida. Ese afán por saber el máximo en cada momento no desaparece con la edad.