Beatriz San Román es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y especializada en comunicación, familia y asuntos sociales. Ha publicado dos libros muy prácticos e interesantes sobre la adopción: La aventura de convertirse en familia y Adopción y escuela, convirtiéndose de esta forma en una profesional de referencia en el campo de la adopción. Además también escribe periódicamente en su blog sobre temas de adopción y colabora como experta en la página web www.parasaber.com en la sección de adopciones. Asimismo, es articulista de la Vanguardia en temas de familia. Es madre de una niña nacida en Haití. M.G.L: El aumento de la adopción en nuestro país implica una serie de retos e interrogantes para los profesionales de la educación y la psicopedagogía. ¿Cuáles son los más importantes según tu parecer?
B.S.R: Diría que los retos se plantean en dos áreas. Por un lado, el sistema educativo tiene el reto de crear un ambiente acogedor e inclusivo en el que todos los alumnos se encuentren a gusto, independientemente del modelo familiar en el que vivan y del lugar donde procedan. Por otro, los profesionales necesitan información y formación para entender los efectos de la institucionalización y la falta de cuidados adecuados en la primera infancia. Sólo entendiendo cómo influyen en el desarrollo de la personalidad y en los procesos de aprendizaje experiencias como el abandono, la institucionalización, etc. podrán entender las necesidades de los niños que las han vivido y darles una respuesta adecuada.
M.G.L: Antes se hablaba de que l@s niñ@s adoptad@s de fuera del país debían de entrar cuanto antes en la escuela, ahora parece que hay consenso entre los profesionales para que se retrase lo máximo posible su entrada en la escuela. ¿Cómo crees que debe ser el proceso de adaptación a la escuela? ¿Cuánto tiempo deberían de estar los niñ@s con su familia adoptiva antes de entrar en la escuela?
B.S.R: Se necesita una mayor flexibilidad por parte del sistema educativo, que permita una incorporación paulatina y acorde a las necesidades de cada niño. Tras la adopción, la prioridad debería ser siempre la vinculación familiar. No siempre las circunstancias familiares lo permiten pero, independientemente de su edad, lo deseable sería retrasar la escolarización más allá de las dieciséis semanas del permiso por adopción para dar tiempo al niño a fortalecer el apego con su nueva familia. Cuanto más seguro se sienta, más fácil le será hacer frente a los retos escolares.
M.G.L: Principales retos de la adopción en la escuela. ¿Cómo se debe trabajar desde la escuela la adopción?
B.S.R: En los primeros años el reto está en transmitir a los niños que la adopción es una forma más de crear una familia, trabajando el concepto de familia de tal modo que todos los alumnos se puedan sentir incluidos independientemente de cómo sea la estructura familiar en la que viven. A medida que los niños van pasando los cursos, los profesores necesitan estar preparados para contestar adecuadamente las preguntas que surjan, para corregir con información clara y respetuosa los malentendidos acerca de la adopción y para enseñar a los alumnos a respetar la privacidad de las historias de sus compañeros.
M.G.L: En nuestro trabajo como psicopedagogos nos encontramos a menudo con muchos niñ@s adoptad@s que presentan graves dificultades de aprendizaje o trastornos de conducta. ¿Consideras que las familias adoptivas tienen recursos suficientes para la preadopción y la postadopción?
B.S.R: Queda aún mucho por hacer en este terreno. Las familias adoptantes, a través de CORA, reivindican una información más exhaustiva sobre los retos específicos de la p/maternidad adoptiva, con cursillos de formación obligatoria para los futuros padres, y servicios de apoyo en la postadopción. No puedo estar más de acuerdo. No todos los niños adoptados tienen problemas de aprendizaje o de conducta, pero sólo entendiendo cómo la falta de un entorno adecuado puede haber condicionado su desarrollo estaremos preparados para ayudarles a recuperar las etapas perdidas y reparar los posibles déficits.
M.G.L: En relación al cambio de nombre, hay diferentes autores que defienden el cambio de nombre mientras que otros dicen todo lo contrario, por mi experiencia la mayoría de familias suelen cambiar el nombre, aún cuando el/la niñ@ tengan más de 3 o 4 años. ¿Cuál es tu posición al respecto?
B.S.R: En términos generales, me inclino por conservar el nombre que le pusieron al niño. De alguna manera, es algo que le pertenece y no me parece adecuado arrebatárselo sin preguntarle. Si por la razón que fuere (porque es difícil de pronunciar, porque en nuestro idioma “suena mal” y puede dar lugar a mofas, porque es una tradición familiar que los primogénitos se llamen como el abuelo, etc.) los padres creen que sería mejor para él tener otro nombre, siempre pueden inscribirlo con los dos en el registro.
B.S.R: Cuando se llega a la adopción desde la infertilidad, es frecuente que los padres llevaran mucho tiempo con el nombre de su futuro hijo decidido. Renunciar a él puede no resultar fácil, pero es parte de la necesaria despedida del hijo que un día soñaron para poder abrir los brazos y el corazón al hijo real. Un hijo que tendrá su propio nombre antes de llegar a nosotros, su personalidad, sus rasgos y su temperamento. Mantener el nombre que le pusieron sus primeros padres o alguna persona que jugó un papel importante al principio de su vida es un primer gesto de la aceptación incondicional de ese hijo.
M.G.L: Los orígenes, ¿consideras que es bueno que los padres y madres tengan presentes de forma frecuente referentes culturales de los países de origen?
B.S.R: Dado que en España las adopciones internacionales son relativamente recientes, estamos aún entendiendo la importancia de los orígenes en la formación de la identidad de nuestros hijos. Su primera etapa en la vida es parte de su historia, de lo que son, y necesitan poder integrarla en un sano concepto de sí mismos. Personalmente, creo que las adopciones internacionales cambian nuestra percepción del mundo y enriquecen nuestra cultura familiar, como lo hacen los matrimonios de nacionalidades distintas. En mi experiencia personal, con una pareja nacida en Argentina y una hija nacida en Haití, esos dos países son importantes para mí y para mi familia. En casa se habla de ellos mucho más que de Bielorrusia o de Chile, se siguen las noticias con más interés, lo mismo comemos empanadas criollas que fríjoles…
B.S.R: No es un tema tan sencillo como podría parecer. Por un lado, tratamos de mantener la conexión con una cultura que sólo conocemos a través de los libros y los museos, que no hemos vivido. Por otro, tenemos que transmitirles una visión de sus países de origen que les haga sentirse orgullosos de esa parte de sí mismos, pero que a la vez no caiga en idealizaciones sin sentido. Todas las culturas y todos los países, incluído éste en el que vivimos, tienen cosas admirables y otras inadmisibles.
M.G.L: La idoneidad, ¿consideras que los procesos de de valoración son excesivamente restrictivos o demasiado tolerantes? ¿Crees que durante este período los padres reciben una formación suficiente o que ésta debería tener un formato diferente?
B.S.R: Los procesos de formación y valoración están, en mi humilde opinión, poco o mal definidos y peor comprendidos. No se trata de comprobar que no tienes ninguna patología que te impida ser padre. Estar capacitado para criar un hijo no es exactamente lo mismo que ser idóneo para adoptar. Los niños adoptados han tenido vivencias muy distintas a las de aquellos que crecen en la familia que les vio nacer. Han vivido separaciones y pérdidas más o menos traumáticas y, por regla general, han sufrido carencias importantes durante períodos críticos de su desarrollo. Necesitan padres que entiendan que tendrán retos que no se plantean en otras familias, personas flexibles que estén dispuestas a hacer frente a las posibles dificultades.
B.S.R: La clave está en la formación, primero de los profesionales y, a través de ellos, de las familias. Si los solicitantes fueran debidamente informados, podrían valorar la adopción de una forma realista y decidir si esa opción de p/maternidad encaja en sus vidas. La adopción cumple una función reparadora en la que la familia somos una pieza clave. Asumir esa realidad implica dedicar tiempo a formarse, estar abierto a buscar recursos ante las dificultades, etc.
M.G.L: Y cuando hay hijos biológicos de la familia, ¿Cómo se debe trabajar con ell@s el proceso de adopción?
B.S.R: Es importante hacerles participar del proceso y prepararles para la llegada de un nuevo hermano o hermana. Sin embargo, no hay que olvidar que su noción del tiempo es muy diferente a la nuestra y que no podemos involucrarles en el día a día de un proceso de años ni en la incertidumbre de la espera.
B.S.R: La llegada de un nuevo hermano que requerirá al principio mucha atención y dedicación de los padres no es fácil para ningún niño. Hay que prepararles, compartir con ellos la ilusión pero también avanzarles la situación de un modo realista. Si tratamos solo la parte positiva y le contamos que así tendrá alguien con quien jugar, lo más probable es que sienta una enorme decepción cuando vea que el recién llegado no sabe jugar a nada y encima sus padres ya no le hacen caso porque están siempre con el pequeñajo. Tiene que saber que el hermano que está por llegar va a necesitar la ayuda de todos y mucha paciencia porque para él todo será nuevo. Y, también, que eso no significa que vaya a dejar de ser importante para nosotros o que le vayamos a querer menos.
M.G.L: Los niñ@s adoptad@s suelen vivir de forma difícil cuando los padres y madres van a adoptar otro hijo, ¿Cómo lo deben afrontar padres y madres para que este proceso resulte menos doloroso?
B.S.R: Es lógico que la adopción de un hermano lleve al niño a rememorar su historia o a plantearse preguntas sobre el tema. Entender un tema complejo como la adopción y encajar la propia historia son procesos largos. A medida que los niños maduran, van encajando nuevas piezas de información y se cuestionan sobre diferentes aspectos. Una nueva adopción en la familia suele ser el inicio de un nuevo avance en este proceso. Deberíamos estar atentos para aclarar sus dudas y acompañarle en sus sentimientos, aún cuando éstos sean difíciles.
M.G.L: En algunas ocasiones se considera que hay familias que adoptan porque está de “moda”, ¿Crees que es así? ¿Qué riesgos podría conllevar?
B.S.R: Nadie adopta por “estar a la moda”, sino por el deseo legítimo de ser padres. Lo que sí me parece que podría ser un riesgo es cierta visión edulcorada y cargada de mitos sobre la adopción que aún es muy frecuente. Se piensa a veces que la diferencia entre una adopción y un embarazo está en los largos meses de burocracia pero que, cuando el hijo llega a casa, todo lo demás es igual. Las familias necesitan más y mejor formación para entender las particularidades de esta forma de ser padres, y también recursos especializados de apoyo.