Ahora que empieza de nuevo el curso escolar, es momento de reemprender las adaptaciones curriculares de los alumnos con necesidades educativas especiales, ya sean estas de carácter permanente o bien de tipo temporal. La adaptación curricular la podriamos definir como la herramienta fundamental que debe permitir que el alumno con nee desarrolle su potencial de aprendizaje al máximo, aspecto que implica en algunas ocasiones un cambio metodológico, una priorización de objetivos y/o contenidos, una previsión de recursos (refuerzo, logopedia, educación especial, ...). El punto clave, no obstante, reside en la puesta en práctica de la adaptación curricular, en la cual debemos tener presente la adaptación del material curricular como herramienta básica de trabajo, así como el papel del tutor y el resto del profesorado en su puesta en práctica, de la cual seran sus máximos responsables.
A menudo las adaptaciones curriculares no son llevadas a cabo por un gran desconocimiento por parte de una buena parte del profesorado, mientras que su elaboración y ejecución no resulta tan compleja como podria parecer, aunque el hecho de que no exista un referente normativo claro dificulta su ejecución, especialmente la redacción del documento, del cual podemos encontrar muchos módelos bastante diferentes entre ellos, aunque se suelen reducir a una adaptación de contenidos o bien de objetivos. Un problema muy frecuente suele residir en la utilización del libro de texto como prácticamente la única herramienta de trabajo, lo que limita mucho las posibilidades de refuerzo, adaptación y ampliación de las tareas escolares, puesto que muchas veces los objetivos escolares también acaban reduciéndose a los objetivos del libro, lo cual en muchas ocasiones también puede provocar que no se trabajen aspectos fundamentales de algunas áreas.
Un primer criterio en el momento de llevar a cabo una adaptación del curriculo, especialmente en el caso de que se trate de una adaptación significativa, resulta utilizar un criterio de funcionalidad, es decir, tener muy claro cuales son aquellos objetivos y contenidos que resultaran clave para el desarrollo integral del alumno, resultando en este punto en la mayoría de los casos el desarrollo de los aspectos procedimentales, más que de los conceptuales. Es decir, que generalmente, nos interesará que aprenda a hacer cosas más que sepa cosas, aunque lógicamente debemos procurar que nuestr@ alumno obtenga una serie de conocimientos generales básicos, ya que sino difícilmente podrá desarrollar de forma plena ciertos procedimientos como podrian ser la lectura y la escritura.
Este problema es más fácilmente evitable en la Educación Primaria, mientras que en la Educación Secundaria se dan por supuestos una serie de contenidos y procedimientos que resultan clave para el desarrollo de los alumn@s con necesidades educativas especiales, aunque conviene decir que también lo son para el resto del alumnado, y cabe abrir una reflexión sobre su prioridad en esta última etapa, ya que es sabido que much@s de nuestr@s alumn@s no acaban la escolaridad obligatoria con unas competencias mínimas para su desarrollo personal y profesional.
A parte de estas consideraciones, otro punto clave reside en la comunicación entre el profesorado, muchas veces algún profesor tiene un alumn@ que sigue una adaptación curricular y no lo sabe o no sabe que tiene que hacer, puesto que se tiende a trabajar de forma aíslada, mientras que los alumn@s con nee precisan de cierta sistematización en la adaptación de sus contenidos y de un plan de tipo transversal que le permita desarrollar sus potencialidades. Un ejemplo claro reside en el trabajo de la lengua, este trabajo no se dá tan solo en las asignaturas propias de esta asignnatura, si no que se trabaja en ciencias sociales, naturales, religión si se da el caso, etc, con lo cual el trabajo coordinado para la adquisición de las competencias básicas resultará clave.
En próximos artículos trataré más temas relativos a las adaptaciones curriculares, puesto que resultan una tarea fundamental en nuestro quehacer educativo.
A menudo las adaptaciones curriculares no son llevadas a cabo por un gran desconocimiento por parte de una buena parte del profesorado, mientras que su elaboración y ejecución no resulta tan compleja como podria parecer, aunque el hecho de que no exista un referente normativo claro dificulta su ejecución, especialmente la redacción del documento, del cual podemos encontrar muchos módelos bastante diferentes entre ellos, aunque se suelen reducir a una adaptación de contenidos o bien de objetivos. Un problema muy frecuente suele residir en la utilización del libro de texto como prácticamente la única herramienta de trabajo, lo que limita mucho las posibilidades de refuerzo, adaptación y ampliación de las tareas escolares, puesto que muchas veces los objetivos escolares también acaban reduciéndose a los objetivos del libro, lo cual en muchas ocasiones también puede provocar que no se trabajen aspectos fundamentales de algunas áreas.
Un primer criterio en el momento de llevar a cabo una adaptación del curriculo, especialmente en el caso de que se trate de una adaptación significativa, resulta utilizar un criterio de funcionalidad, es decir, tener muy claro cuales son aquellos objetivos y contenidos que resultaran clave para el desarrollo integral del alumno, resultando en este punto en la mayoría de los casos el desarrollo de los aspectos procedimentales, más que de los conceptuales. Es decir, que generalmente, nos interesará que aprenda a hacer cosas más que sepa cosas, aunque lógicamente debemos procurar que nuestr@ alumno obtenga una serie de conocimientos generales básicos, ya que sino difícilmente podrá desarrollar de forma plena ciertos procedimientos como podrian ser la lectura y la escritura.
Este problema es más fácilmente evitable en la Educación Primaria, mientras que en la Educación Secundaria se dan por supuestos una serie de contenidos y procedimientos que resultan clave para el desarrollo de los alumn@s con necesidades educativas especiales, aunque conviene decir que también lo son para el resto del alumnado, y cabe abrir una reflexión sobre su prioridad en esta última etapa, ya que es sabido que much@s de nuestr@s alumn@s no acaban la escolaridad obligatoria con unas competencias mínimas para su desarrollo personal y profesional.
A parte de estas consideraciones, otro punto clave reside en la comunicación entre el profesorado, muchas veces algún profesor tiene un alumn@ que sigue una adaptación curricular y no lo sabe o no sabe que tiene que hacer, puesto que se tiende a trabajar de forma aíslada, mientras que los alumn@s con nee precisan de cierta sistematización en la adaptación de sus contenidos y de un plan de tipo transversal que le permita desarrollar sus potencialidades. Un ejemplo claro reside en el trabajo de la lengua, este trabajo no se dá tan solo en las asignaturas propias de esta asignnatura, si no que se trabaja en ciencias sociales, naturales, religión si se da el caso, etc, con lo cual el trabajo coordinado para la adquisición de las competencias básicas resultará clave.
En próximos artículos trataré más temas relativos a las adaptaciones curriculares, puesto que resultan una tarea fundamental en nuestro quehacer educativo.
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