Desarrollar el conocimiento en el
campo de lo afectivo y en el de las relaciones interpersonales no es
considerado como particularmente inteligente por el sistema establecido, lo
cual ocasiona que estas enseñanzas no figuren en el currículo, por lo que se crea
analfabetos emocionales. Personas que pueden realizar un problema matemático
utilizando una raíz cuadrada pero que en su vida cotidiana no sabe cómo
resolver un conflicto que le afecta tanto personal como emocionalmente.
La solución a este problema podría
pasar por la integración de los saberes, reorganizar la metodología de la
enseñanza de manera que los sentimientos y los conflictos no queden fuera de
ella, sino que formen parte del alumnado.
Sin esto, se deja a los
individuos desprovistos de los instrumentos necesarios para conocer lo que
tienen más próximo, a sí mismos y a las personas que les rodean. El resultado
se traduce en un importante desfase entre el conocimiento emocional y el
conocimiento de las materias curriculares. Para resolver conflictos de manera
satisfactoria se debe analizar la situación, plantear adecuadamente el problema
para ver en qué consiste y buscar soluciones que permitan resolverlo de la
manera lo más satisfactoria posible para las personas implicadas. Esto,
requiere un aprendizaje que, por tratarse de temas en los que el alumnado está
emotivamente implicado, se realiza con una gran facilidad. Por lo que cuanto
antes se actué en dicho aprendizaje antes aprenderán los alumnos a resolver
satisfactoriamente sus conflictos evitando así las respuestas violentas y
descontroladas.
El conocimiento de los
sentimientos y emociones requieren un trabajo cognitivo, puesto que implica una
toma de conciencia de los propios estados emocionales, y éste, es un paso
importante para el autoconocimiento.
Puesto que la cognición está
fuertemente implicada en el aprendizaje emocional y en la resolución de
conflictos, se debe intentar que el alumnado sea capaz de razonar en cada
situación y adoptar actitudes y comportamientos que le conduzcan a resolver
satisfactoriamente los problemas que se le presenten. Según Sastre, G. y
Moreno, M., la propuesta metodológica que mejor se adapta a esta finalidad es
la que se apoya en la postura constructivista, más concretamente, en la
epistemología genética.
El alumnado, incluso en las
edades más tempranas, tiene ya una importante experiencia de las reacciones que
desencadenan sus actos en las demás personas.
Dado que los conflictos
interpersonales van siempre acompañados de sentimientos, que constituyen en
muchas ocasiones la causa misma de los conflictos, el aprendizaje de la
resolución de conflictos debe ir precedido de un aprendizaje emocional que
dotará a éste de los conocimientos imprescindibles sobre su propio
comportamiento emocional y sobre el de las demás personas. La propuesta de las
dos autoras, va encaminada a iniciarse con un aprendizaje de los sentimientos y
emociones que les introducirá a la temática que se quiere abordar. En ningún
caso se pretende buscar soluciones inmediatas que pongan fin a un conflicto
dado, sino que lo que se propone es formar al alumnado para que sepa resolver
los conflictos que se vayan presentando, de una manera cada vez más eficaz.
Para ello se puede empezar enseñando a analizar una serie de conflictos
ficticios para habituarles a reflexionar de manera adecuada sobre conflictos,
con la idea de facilitar dicha reflexión cuando esté presente la carga
emocional que acompaña a los conflictos.
Analizar un problema significa
diferenciar los elementos que lo componen. Para ello es necesario aprender a
indagar sobre el problema y a tener en cuenta los sentimientos de las personas
implicadas, así como ayudar al alumnado a analizar sus propios problemas y a
descubrir cuáles son las mejores soluciones. Una vez que las haya propuesto, se
le debe incitar a que analice las consecuencias de cada una de ellas para que
anticipe el resultado al que va a conducirle. Este análisis implica diferenciar
las buenas soluciones de las que no lo son y tomar conciencia de por qué no lo
son.
Hay que tener siempre presente
que los conflictos forman parte de la vida cotidiana y por tanto deben
considerarse con naturalidad. Si el alumno consigue resolver un conflicto de
manera satisfactoria, habrá conseguido también, reforzar su personalidad.
Por todo ello, es importante que
en el currículo escolar, no solo se trabaje las materias escolar propiamente
dichas, sino también se aprenda sobre las emociones y la resolución de los
conflictos que éstas suelen llevar consigo.
Fuente:
Sastre, G. y Moreno, M. (2002).
Resolución de conflictos y aprendizaje emocional. Una propuesta de género. Barcelona:
Gedisa
1 comentario:
Muy buen aporte, es importante tener en cuenta estos aspectos en nuestra vida.
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