Desde los postulados de la Teoría del Apego, se plantea la relevancia para el desarrollo humano, desde los primeros momentos de su vida, de contar con una figura estable y continua con quien ir inter-regulando los propios estados internos. Particularmente se refiere a los estados de estrés (o desequilibrio) experimentados en forma de disgusto por el bebé, tales como el frío, el hambre, el dolor, o el temor entre otros.
Es en esta premisa que se sustenta la utilización por parte de la Fundación Chilena de la Adopción, del sistema de colocación familiar o de “guardadoras”. Lo esencial del programa es que la “guardadora” le entrega al niño aquel referente necesario en los primeros momentos de su vida, para establecer un vínculo estable por medio del cual alcanzar la calma en los momentos de estrés, rol que posteriormente será desempeñado por el padre y/o madre adoptivo del niño(a). Lo central entonces, es que el niño siempre cuente con una persona estable y disponible para “regularlo” y satisfacer sus necesidades (cuidador).
Sin desmedro de la tremenda importancia que tiene para el desarrollo humano el contar con “un otro” estable y único con quien relacionarse y regularse en la cotidianidad de la vida durante la temprana infancia, la forma o cualidad de esa presencia y de esa relación y regulación, puede variar induciendo en el bebé diferentes cursos de desarrollo neuro-psicológico y afectivo-vincular futuro, siendo algunos más sanos que otros.
La relación que se establece entre el cuidador y el niño cuando este se encuentra estresado por algún motivo (frío, hambre, incomodidad, miedo, etc.) es lo que se conoce como el “Vínculo de Apego”. Lo que haga o no haga el cuidador con el niño(a) sistemáticamente en el tiempo en dichas situaciones, establece la calidad de dicho vínculo, y a su vez esto último es un importante factor para facilitar o dificultar el sano desarrollo socio-emocional del niño.
Entonces, se presenta ante nosotros, el desafío de pasar desde la “presencia” a la “presencia efectiva” por parte del cuidador (tanto por parte de las guardadoras como de los padres), de que el niño no cuente solo con “un otro” sino que cuente con “un otro regulador del sí-mismo” (Stern, D. 2001), que sea sensible a las necesidades del niño y a la vez eficiente en darle calma cuando se encuentre estresado por algún motivo.
Algunas sugerencias para fomentar el sano desarrollo afectivo-vincular y el Vínculo de Apego Seguro en su hijo:
Conciba a su hijo como un ser humano con emociones, intenciones y necesidades particulares y cambiantes de momento a momento que pueden ser “leídas”.
Esté atento a leer las señales (gestos tales como expresiones faciales o llantos) que su hijo emite en los momentos de desagrado o estrés, interprételas (trate de “leerle la mente” preguntándose ¿qué puede estar sintiendo y necesitando en este momento el niño, que lo hace estar desequilibrado) y regúlelo dándole (o quitándole) aquello que Ud. piensa que él necesita para volver al equilibrio.
Si el niño está estresado y llora: acuda. Esto con el propósito de que el niño adquiera la expectativa y pueda predecir que Ud. estará ahí y será efectivo para calmarlo cuando él lo necesite, en el corto, mediano y largo plazo. Las investigaciones muestran que generalmente cuando los padres acuden a veces y otras no a calmar a sus niños, estos se confunden y exageran sus llantos. Por otro lado cuando los padres sistemáticamente no acuden a calmarlos con el propósito de que aprendan calmarse solos, estos dejan de llorar pero no por que se hayan calmado, sino por que ya perdieron la expectativa de que su cuidador acudirá.
Las actividades de cuidado y satisfacción de las necesidades fisiológicas básicas cotidianas, tales como el mudar, alimentar, bañar o hacer dormir entre otras, es un momento muy útil para enriquecer el vínculo entre Ud. y su hijo(a).
Utilice el contacto físico, visual y las vocalizaciones, fomente el intercambio de comunicación gestual y mentalice a su hijo continuamente (“léale la mente”) durante el curso de la actividad, de modo de poder identificar en qué estado está él o ella realizándola, y qué puede estar necesitando o comunicando (“sigue sigue, me gusta eso” o “espera un momento por que está muy caliente la sopa y me duele la boca”).
Incentive su exploración y curiosidad por el mundo, al mismo tiempo que esté atento a en qué estado mental se encuentra, de modo de acudir a tranquilizarlo si es que él lo necesita.
Todas estas sugerencias se fundamentan en la evidencia científica actual, que muestra que los niños criados en ese contexto vincular afectivo (mentalizados, acariciados, sistemática y eficientemente regulados, e incentivados y supervisados en su conducta exploratoria) establecen un Vínculo de Apego Seguro, lo que a su vez asenta las bases para su sanidad mental, para el desarrollo de su autoestima y de su autonomía, así como para el establecimiento por parte del niño, de mecanismos eficaces de autorregulación en los momentos de estrés y de coordinación con otras personas de su mundo social en épocas posteriores.
Francisco Jaume Guazzini
Fundación Chilena de la Adopción
7 comentarios:
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