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Un nuevo curso escolar, viejas reflexiones para padres y madres

Publico este artículo a nombre de Eduard Hervás (Psicólogo, eduardhervas@gmail.com), podeís encontrar más artículos suyos en su blog.

En medio de la crisis que alcanza a todo y a todos, se inicia un nuevo curso escolar, como cada septiembre. Milles de alumnas y alumnos empiezan su escolaridad alrededor de los tres años en los centros de Educación Infantil y Primaria. Más de la mitad ya habían estado ya en el primer ciclo de Educación Infantil, con lo cual no les es novedad estar unas cuantas horas con compañeras y compañeros y algún adulto extraño a la familia.

Otro grupo - quienes van en centros públicos- habrán dejado la escuela y tendrán que empezar en el instituto y será para ellos una novedad. De sentirse los mayores de la escuela a ser los más pequeños y deber aprender las reglas escritas y no escritas a que conforman las relaciones entre iguales, con el sistema y con el profesorado. Un aprendizaje que se pierde, normalmente, el alumnado de los centros concertados al repetir etapa tras etapa los mismos espacios, compañeras y compañeros, adultos y sistemas de relaciones.

Como todos los años, las madres y padres de los más pequeños estarán muy pendientes de ellas y de ellos. Seguramente más las madres que los padres, por costumbre y por lo de la conciliación laboral y familiar, o las abuelas, pieza fundamental en muchas de las nuevas familias actuales. Si los pequeños van aprendiendo, curso a curso, a ir a la escuela una buena parte de las familias van aprendiendo también a dejar de relacionarse con la escuela y el profesorado.

Las familias se habrán gastado unos cientos de euros en los libros, cuadernos, libretas y otros complementos y solo una pequeña parte se devolverá en bono-libro, beca, ayuda o similares desde la Consejería o el Ayuntamiento correspondiente, si hay suerte. Y la mayoría deberá llevarlo, día a día, mañana y tarde, en la mochila correspondiente que siempre pesa demasiado.

Y pronto vendrán los deberes, aquellas tareas directamente impuestas por el profesorado cada día al alumnado y que son martirio cotidiano para alumnado y familia, sin que se haya demostrado en ningún lugar que sirvan para aprender más del que se aprende en la escuela.

Surgirán los conflictos de la hora de acostarse de noche y levantarse del cama a hora, entre semana y sábados y domingos, y habrá necesidad de controlar las actividades de pantalla -tele, internet, consolas, Xp, PsP...- para que no interfieran demasiado en la vida familiar y escolar. Y quizá aún quieran jugar, si es que han llegado a aprender y aún no lo han olvidado.

Con todo este panorama, ¿qué pueden hacer las madres y padres para que hijas e hijos saquen el mayor provecho de la escuela a lo largo de todo el curso que empieza? Dejadme, solamente que presente algunas propuestas para que se debatan a nivel de padre-madre y de grupos de amigas y amigos con hijas e hijos en edad escolar. Y, se pongan en práctica o no, que valgan por lo menos como punto inicial de debate:

  1. Ir a la escuela, conocer al tutor o tutora y el director del centro y ponerse a la agenda del móvil fechas por reunirse periódicamente.

  2. Poner un máximo de tiempo para hacer los deberes en casa: entre 20 minutos los más pequeños a hora y media los más mayores. Y si no los hacen, que se apañen con el profesorado. Y, si es posible, acordar con el tutor o tutora que si no hay deberes mejor.

  3. Marcar las tareas que deben hacer en casa los hijos o hijas. Tanto las que son responsabilidad suya (habitación, juguetes, ropa, libros....) como las familiares (poner y quitar mesa y exigir a que lo hagan.

  4. Programarse el padre y la madre un tiempo diario por hablar sobre los hijos, cuando los hijos no estén delante. Si no puede ser diario que sea día-si-día-no un poco más largo. Y que todo lo que los digan o los hagan sea en nombre de los dos.

  5. Programar cada padre o madre un tiempo diario para hablar, jugar, pasear, hacer trabajos manuales o explorar el internet con cada uno de sus hijos. Y el jefe de semana un poquito más.

  6. Facilitarles experiencias interesantes, actividades donde aprendan otras cosas de las que no se aprenden en la escuela: deportes diferentes y alternativos, colecciones, trabajos manuales, ayuda a otros personas...

  7. Acotar el tiempo diario y semanal de actividades con las pantallas y pantallitas. y proporcionarles actividades de aire libre y de relación con otras personas, en directo.

  8. No dejarles pasar ninguna conducta negativa sin que se percaten de que lo han hecho mal, y que les cueste algo. Y decirles también cuando hacen las cosas bien, para que se den cuenta de ello.

  9. No darles todo lo que pidan, que los cueste esfuerzo y tiempo conseguir lo que quieran. Con el esfuerzo les darán valor y con el tiempo aprenderán a esperar, uno de los mejores aprendizajes de la vida. Porque, aunque vayamos contra lo que predica la televisión, ni debe ser tenerlo todo ni puede ser tenerlo ahora mismo.

Si se ponen en práctica estos puntos, desde que los hijos e hijas son muy pequeños, habrá muchas posibilidades de que tengan unos comportamientos adecuados cuando vayan creciendo.

Se necesita tiempo y dedicación, pero eso es ser padre y madre, dedicarse y responsabilizarse de unos recién nacidos hasta que puedan ser autónomos, responsables de si mismos e independientes en la vida.

Septiembre de 2009

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