En los primeros dos años el juego del niño es de tipo sensoriomotor y su función es la exploración y el desarrollo del vínculo. El bebé goza estando con sus padres y junto a ellos construye un lazo afectivo que le dará bienestar emocional y le permitirá atender e interesarse por el mundo.
En esta etapa el niño es capaz de explorar a través de sus sentidos y del movimiento, normalmente se mantiene calmado y disfruta observando y manipulando su propio cuerpo, el de sus padres y los juguetes sensorialmente llamativos. También se involucra en juegos simples de interacción e imitación con sus padres, aunque sus períodos de atención son aún cortos.
A medida que el niño comienza a comunicarse y desplazarse su interés por explorar se incrementa, progresivamente conocerá las características de las cosas, aprenderá a utilizarlas a través de la imitación, e irá incorporando estas acciones en actividades lúdicas cada vez más complejas.
“Durante este tiempo es importante estimular la reciprocidad y el contacto mutuo, ofrecer al niño experiencias que lo llamen a tocar, moverse, mirar, comunicarse y relacionarse con el ambiente y las personas”, recomienda la terapeuta ocupacional experta en niños, Paz Salgado. Además dice que “se debe estar atento a si el niño experimenta disconfort emocional durante los juegos, si se sobre excita fácilmente, se vuelve irritable y le cuesta retornar a la calma, o si muestra dificultad para responder al contacto de sus padres y a los estímulos”, ya que eso puede ser indicio de que algo no está funcionando bien.
A medida que el niño crece y se desarrolla, las características del juego van cambiando. Desde el punto de vista de la interacción que se da entre los niños mientras juegan, el juego es inicialmente en solitario, es decir el niño se entretiene independientemente de otros niños; luego, durante los primeros dos años, aparece el juego paralelo en que los niños juegan cerca unos de otros, incluso compartiendo juguetes o materiales, pero con planes y actividades por separado. Por ejemplo juegan a tomar el té, pero cada una separada con sus propias tazas y sus propias muñecas.
Cerca de los 3 años aparece el juego asociativo, en el que un grupo de niños participa de actividades e intereses comunes; y finalmente está el juego cooperativo, característicos de la etapa pre escolar en el cual el grupo de niños se organiza para desarrollar una meta en común. En este tipo de juego se dan interacciones y acuerdos entre los participantes en relación a los objetivos del juego, se establecen roles y a menudo aparecen las actividades o juegos con reglas y aquellos de carácter más competitivo.
Otra forma de caracterizar el juego es de acuerdo a la etapa de desarrollo cognitivo en que se encuentra el niño. De esta manera tenemos:
muy buen blog y escritos felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias Yadiar, saludos,
ResponderEliminarMarc